“Todas las rutinas y modos habituales fueron trastocados”: Reflexión para Adviento 2020



Buenos Aires, 22 de diciembre de 2020
 
El tiempo de adviento 2020
 
El tiempo de adviento y fin de año es ciertamente una oportunidad para repasar lo vivido y renovar nuestra oración y esperanzas para el tiempo que viene. Junto al habitual saludo para estas celebraciones, nuestra Federación suele compartir algunas reflexiones que hacen a nuestra experiencia y visión para este tiempo.
Sin duda este año 2020 ha sido, por decirlo de alguna manera neutral, “atípico”. Todas las rutinas y modos habituales fueron trastocados y tuvimos que aprender a vivir con nuevos cuidados. Fueron afectadas las formas de relacionarnos, nuestro trabajo y economía, y hasta la celebración del amor de Dios en nuestras vidas. Por un lado se puso de manifiesto creatividad, solidaridad, el sentido de mutua colaboración. Pero al mismo tiempo se manifestó en muchas personas ansiedad, actitudes irresponsables, egoísmos inexplicables.
No podemos ignorar que también dio ocasión a que se mostraran y exacerbaran prejuicios, odios, o ambiciones inescrupulosas, que por cierto ya existían antes. Así como hubo gran generosidad y hasta la entrega de la propia vida en muchos servidores públicos, en el ámbito de la salud especialmente, otros expusieron su avaricia y aprovecharon para especular. Lo mejor y peor de nuestra condición humana se hizo evidente de una manera notable en este tiempo y circunstancia.
Nuestro país se vio, además, envuelto en otros debates. El año se inició con un gobierno que presentaba un proyecto muy distinto y en algunos puntos opuesto al que dejó 2019. A poco de asumir tuvo que enfrentar esta inesperada pandemia, que afectó a todo el planeta. Se propusieron otras formas de gestión y nuevas leyes, algunas que desataron fuertes polémicas, también en el ámbito de nuestras iglesias. Todos los poderes del estado se vieron afectados, y no siempre reaccionaron con la misma eficacia y compromiso. Especialmente el poder judicial se vio envuelto en polémicas que han afectado su credibilidad. Esto nos preocupa, dado que la justicia es un pilar indispensable para la convivencia social.
En cuanto a nuestra Federación y las iglesias que la componen, podemos decir que, pese a todas estas circunstancias, han dado un buen testimonio, acompañando a los más necesitados, llevando consuelo y esperanza, no solo en palabras, sino también con una fuerte acción social, en la que contamos, en este caso, con el apoyo del gobierno nacional y algunos gobiernos provinciales. Damos gracias a Dios que nos ha permitido hacerlo. También agradecemos que allí donde hemos discrepado lo hemos hecho con respeto por quienes piensan diferente, y como miembros del mismo cuerpo de Cristo, que nos une en amor.
El año que se inicia en unos días parece traer cierto alivio por los avances médicos en el combate de la pandemia. Nuestra oración es que también podamos crecer en el respeto y amor, que
 
 
nuestra humanidad aproveche esta dolorosa experiencia para revisar muchas formas de vida que han significado injusticia, destrucción de nuestra casa común, afectación de la vida de los más pobres e indefensos, prejuicios raciales y de género, dolorosas opresiones. Nuestro pueblo, y todos los pueblos del mundo, son dignos de cuidado, y es necesaria una mayor igualdad, pues todos y todas hemos sido igualmente creados en la imagen del Dios que nos ha dado generosamente lo necesario para  la vida. En Jesús vemos el ejemplo de vida entregada al bien del prójimo, y el camino de salvación que nos convoca. “Porque yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10, 10).

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